¿Por qué y cómo?

Queremos que nuestros hijos sean personas libres, autónomas y responsables. Capaces de pensar, estar quieto observando con calma a su alrededor, capaz de esperar antes de tener, capaz de pensar, con motivación para aprender sin miedo al esfuerzo. Capaces de asombrarse ante la belleza del mundo y de ilusionarse por un proyecto vital que merezca la pena. 

Sin embargo, hoy en día, constatamos que cada vez, son más los niños dispersos, híper activos, con dificultad para crear vínculos, para reconocer la autoridad, para gestionar su afectividad, con actitudes arrogantes, violentas, desagradecidos, inseguros y que encuentran su fuente de motivación principalmente en la estimulación externa. Los problemas que se ven en la niñez, no son otra cosa que un grito de la naturaleza, que se rebela ante una falta de respeto por las necesidades básicas del niño. 

Los niños crecen en un entorno cada vez más frenético, consumista, ruidoso y exigente que, por un lado, ha hecho la tarea de educar más compleja para padres y educadores, y, por otro, ha alejado a los niños de lo esencial. Para su éxito futuro, vemos necesario programarlos para un sinfín de actividades que les están apartando del ocio de siempre, del juego libre, de la naturaleza, del silencio, tan importante para el pensamiento crítico, la reflexión, la creatividad, la interioridad, en definitivo para el aprendizaje verdaderamente sostenible. Su vida se ha convertido en una verdadera carrera para saltar etapas, lo que les aleja cada vez más de su propia naturaleza. 

La belleza es lo que provoca el asombro. Hoy en día, los niños son sedientes de belleza. Dicen los filósofos que la belleza es la expresión visible de la verdad y de la bondad. Entonces es bello para un niño todo lo que respeta su verdad y su bondad. Su naturaleza, su orden interior, sus ritmos… Muchos niños se están perdiendo lo mejor de la vida: descubrir el mundo, adentrarse en la realidad. Un ruido ensordecedor acalla sus preguntas, las estridentes pantallas saturan sus sentidos e interrumpen el aprendizaje lento de todo lo maravilloso que hay que descubrir.