29/3/14

Tres maneras de combatirla la envidia en los niños (y en los adultos)

Por Catherine L'Ecuyer

De todos los vicios, la envidia es el más incomprensible. ¿Por qué?

¿Cuál es el mecanismo de la envidia?

1. A ve en B algo que no tiene
2. A desea quitárselo a B para poseerlo
3. Al final, B lo sigue poseyendo y A se queda sin esa cosa

Todos los vicios son feos, pero la envidia tiene algo más. Por ejemplo, robar está mal, pero cuando uno roba, consigue algo en cambio: lo que ha robado (y quizás también los remordimientos de la consciencia). En cambio, la envidia es tonta, porque en cambio de la envidia, no se consigue absolutamente nada excepto pasar un mal rato. Como decía Francisco de Quevedo, "la envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come". Ovidio decía "la envidia, el más mezquino de los vicios, se arrastra por el suelo como una serpiente".

Horacio decía "todos los tiranos de Sicilia no han inventado nunca un tormento mayor que la envidia". La envidia duele. Duele mucho. Duele para quien envidia, y duele para quien es objeto de ello. Por ejemplo, la envidia lleva al odio, a la indiferencia ante el bien, al desprecio de la verdad, el ataque a la reputación y a la honra, al plagio de las ideas ajenas, etc. 

Yo estoy convencida de que entre los primeros males de ese mundo está la envidia. No alegrarse por la belleza que hay en las personas que nos rodean, enfadarnos porque les ocurre cosas buenas o porque tienen razón y saben ciertas cosas, querer despojar a los amigos de sus bellezas para poseerlas nosotros, eso es tremendamente destructivo. Es una forma de culto a la fealdad. Es como un pirómano que se dedica a quemar bellos bosques. De hecho, Victor Hugo decía que un envidioso es "un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta". 

Para construir un mundo mejor, hemos de educar a nuestros hijos en la aceptación, el agradecimiento y en la compasión, que son tres contrarios de la envidia. Que acepten sus limitaciones, que den gracias por sus cualidades, y luego también por la suerte de sus amigos, que aprenden de ellos, etc. Y que sean compasivos ante las miserias de los demás, ante el sufrimiento, ante las desgracias ajenas. Todo un programa, en un sistema educativo que fomenta principalmente la competitividad.

Aceptación, agradecimiento y compasión. Tres cualidades que permiten a nuestros hijos ver la belleza que hay en ellos mismo y en todo lo que les rodea. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Catherine, me ha gustado mucho. Hay algo que puede tambier ayudar que es enseñar a los hijos a gozar de la belleza de las cosas y valores sin poseerlas. Por ejemplo, pararse en un escaparate de monas de pascua y ver lo bonitas que son, el trabajo que han comportado, los diferentes colores... O apreciar en voz alta de lo bonito de la sonrisa de un compañero... Pienso que les ayuda oir cosas bellas y gozarlas en otros sin poseerlas, el bien y la belleza en sí mismos. Sigue escribiendo que nos hace mucho bien! Cati

Catherine L'Ecuyer dijo...

Que bonito Cati! De hecho, la belleza de verdad, nunca podemos poseerla… Un abrazo, Catherine

Ileana Medina dijo...

¡Y la felicidad, la felicidad también protege contra la envidia! Si te sientes feliz con lo eres y con lo que tienes no necesitarás envidiar lo ajeno.
Los niños son fácilmente felices, y también los hacemos fácilmente infelices.
Es difícil de todos modos, en una sociedad que constantemente basa todo en el tener.
Gracias, Catherine, por toda esta belleza y sentido común que regalas.

Catherine L'Ecuyer dijo...

Gracias a tí Ileana, yo también sigo tus interesantes contenido por facebook. Eres una mujer muy inteligente, da gusto. Un fuerte abrazo y espero conocerte en persona algún día de estos. Un abrazo, Catherine