8/7/14

El poder corrompe, el servicio embellece (en la educación también)

Por Catherine L'Ecuyer

Hace poco me escribía una lectora del blog diciéndome que pusieron celo en la boca de los niños de la clase de su hija. En otro colegio, atando a las manos de los niños durante la siesta. En otro, poniendo películas de horror y literaturas inadecuadas a niños de 10 años. Profesores que llaman a sus alumnos "chavales de m…", "hijos de p…". Hace poco, yendo a comprar, me encontré dos niños durmiendo solos en un coche en el parking subterráneo de un supermercado.

El poder corrompe. Y no solo ocurre en el sector financiero y en política, sino en todos los ámbitos, incluyendo en la educación (en los centros escolares, en las aulas y también en los hogares). Cuando uno pierde de vista la grandeza de su trabajo y de lo que tiene entre mano, le invade la rutina, pierde el sentido de su trabajo, empieza a endiosarse y a abusar de su poder. Y eso, en última instancia, también corrompe a los niños, porque como dice Aung San Suu Kyi, la conocida política activista birmana, "el miedo del azote del poder corrompe a aquellos que están sujetos a la misma". Abusar del poder puede pasar a cualquier, pero con más probabilidad, al que no tiene sensibilidad para entender lo que necesita el niño o el joven que tiene delante, o que vive como si no tuviese que rendir cuentas nunca a nadie. Y si uno piensa que abusar de su poder no le pasará nunca, quizás tiene más probabilidad de padecerlo que otro, que prudentemente sospecha continuamente de sí mismo. Cuando la motivación de un maestro se reduce a "julio, agosto y septiembre" y cuando la motivación de los padres es "a ver si pasa el verano", hay motivos suficientes para sospechar de uno mismo.

El servicio, en cambio, embellece y ennoblece a la persona. Educar es una  vocación de servicio, de amor. Y ese es el motivo por el que el trabajo de padre (especialmente de madre) y de docente se valoran tan poco en nuestra sociedad, porque el servicio se ve como algo que hacen las personas que "no tienen otra opción". No es casualidad que sólo el 8% de los docentes españoles piensen que su trabajo está valorado por la sociedad. ¡Qué triste dato! En el servicio se encuentra la clave de la dignidad de las personas. Si no servimos, entonces ¿para qué servimos? Que seamos padres, profesores, directores de centro escolar, somos hermosos instrumentos, no protagonistas. Como padres, debemos recordarnos a nosotros mismos que los niños llegan como regalos y vuelan como pájaros. Como docentes, los alumnos pasan y de la huella que dejan los docentes, siempre se acordarán.


Queremos dar las gracias a todos los profesores que nos han querido, inspirado y abierto horizontes, y que siguen haciendo lo mismo con nuestros hijos, día tras día. Maestro en griego significa "bello". El maestro es quien da oportunidades de belleza a sus alumnos. Cuando el maestro va más allá del estricto cumplimiento y ama a sus alumnos, deja una huella eterna de belleza en el alma de cada uno de ellos. No es cualquier trabajo, es un trabajo para la eternidad.

Os animo a ver la historia del "Profesor Lazhar", ambientada en una escuela de Montréal, una película que trata de la historia de un profesor de primaria. Una película entrañable y extremadamente humana, que algunos (ha sido nominada a los Oscars) han llamado "hermosa declaración de amor hacia la enseñanza". Aquí va el trailer.



8 comentarios:

HUARTEMENDIA dijo...

Buena lectura para reflexionar de cara al curso que viene.

Marta dijo...

Magnífico post, una inspiración para todos y todas. Gracias :)

Unknown dijo...

Preciosa la oracion de la Madre Teresa!! Cuanta verdad!!

Toni dijo...

Brillante artículo.

Anónimo dijo...

Me gusta el fondo del artículo, pero hablas de un poder que, en el caso de los docentes, no lo es como tal.

Trabajo en el primer ciclo de educación infantil, y te puedo asegurar que muchos de nosotros nos vemos obligados a trabajar con unos recursos temporales, materiales y humanos tan irrisorios, que hacen que la vida del docente sea un continuo reto y un desafío, donde pocas cosas fluyen y donde todo aquello que sale bien es siempre a costa de un sobre esfuerzo físico y mental que, a mis 33 años, sé que no durará para siempre.

Lo cierto es que al menos contamos con el apoyo y el cariño de muchas familias, que no en pocas ocasiones se muestran maravilladas ante la gesta de poder "dirigir" un aula de paredes demasiado estrechas con un mínimo de orden.

Porque si la motivación de este trabajo dependiera del respeto y la consideración mostrada por las instituciones...entonces dudo de que existiera un sólo educador en todo el país.
El verdadero enemigo, no es un poder personal inconmensurable mal usado por parte del docente, es más bien caer en el foso de la resignación total, acaecida por el continuo desprecio de unas instituciones podridas y corruptas, que lanzan sus despojos a la parte más baja de la pirámide económica, que es, por desgracia, la educación pública.

España seguirá siendo un país de segunda por mucho tiempo,por lo menos, hasta que muchas de las mentes "pensantes" empiecen a tomarse en serio esto de la "educación".

Conrad López dijo...

Querida Catherine, temo que tienes una errata en el texto:

"que sólo el 8% de los docentes españoles piensen que su trabajo no está valorado por la sociedad"

Catherine L'Ecuyer dijo...

Corregido, gracias! Catherine

Conrad López dijo...

Un texto lleno de verdad.

Durante mucho tiempo he creido que el problema estaba en cómo ejercer el poder, hasta que he llegado a comprender que efectivamente poder y servicio son conceptos enfrentados (Mc 10, 42-45). El servicio es lo que realmente responde a lo más profundo de la naturaleza humana mientras el poder la corrompe.