1/10/14

Tecnología en las aulas: ¿Al servicio de quién?

Por Catherine L'Ecuyer

Ya se sabe que Apple paga viajes, alojamiento y comidas lujosas a directivos de los colegios, solo por interesarse en digitalizar sus aulas (ver noticia del NYTimes). Les hacen viajar al Sillicon Valley, lugar en el que se encuentra la sede de Apple, así como en otros países en los que pueden quedarse embobados ante el montaje tecnológico de los llamados "Colegios Apple", ubicados en Hawai, en Escocia, en Inglaterra, en Holanda, etc. Esas dudosas prácticas comerciales han generado un debate legal / ético en los EEUU, y muy especialmente cuando las inversiones tecnológicas que ocurren como consecuencia de esas prácticas, se realizan con dinero publico (en el caso de los colegios públicos y concertados), o con el dinero de los padres, que desconocen esas prácticas y que pocas veces están al corriente de que no existen estudios serios que avalen los supuestos beneficios de las nuevas tecnologías en las aulas.

En un artículo del NYTimes "Aulas del futuro, resultados estancados", el ex-director de la fundación de Bill Gates, también inversor en tecnología aplicada a la educación, preguntado por los beneficios de la tecnología en las aulas, reconoce: "Los datos son muy flojos. Cuando nos presionaba para dar evidencias, lo tenemos muy complicado. O nos hemos de poner las pilas, o nos hemos de callar."

En el mismo artículo, Larry Cuban, un profesor Emerito de Educación de la Universidad de Stanford afirma: "Hay insuficiencia de pruebas que justifique emplear dinero en eso. Punto. Punto. Punto."

Hoy, las únicas evidencias que existen son estudios, la gran mayoría de ellos financiados por empresas tecnológicas y sin el rigor suficiente: ausencia de grupo de control, prejuicios en los parámetros estudiados, indicadores subjetivos ("gusta más a los profesores", "motiva más"), etc. No es casualidad que esos estudios nunca lleguen a publicarse en revistas académicas indexadas. En definitiva, nuestros hijos son conejitos de indias. 

Entonces ¿por qué se usa el ipad? 

El ipad es un parche. Es un parche para retrasar la resolución de los problemas de fondo: los ratios, problemas de autoridad, la falta de reconocimiento de la figura del docente en general, la ausencia de proyecto en algunos centros concertado que hace que "todo vale para diferenciarse" ante la bajada de la natalidad, los alumnos desmotivados porque han sido educados en un método conductista que les ha convertidos en entes pasivos y distraídos (la pantalla les fascina) y los problemas de conducta que dan dolores de cabeza a los maestros (la pantalla les anestesia y les acalla). Pero como dice Larry Cuban, "la novedad pasa y nos encontramos de nuevo ante los desafíos de siempre de la educación". Algunos justifican el uso de la tecnología diciendo: "el alumno debe tomar las riendas de su educación". Correcto, pero ¿ese es un medio adecuado para conseguir ese fin? El que lleva las riendas antes la pantalla no es el alumno, sino la aplicación "inteligente" de la tableta. Tanto el alumno como el maestro pasan a ocupar lugares secundario. Eso es un error. La educación es un acto profundamente personal, no individual.

En los últimos años, empezaron a surgir evidencias que cuestionan el uso de las tecnologías en las aulas: Pérdida del sentido de relevancia (estudio Stanford sobre el multitasking tecnológico), neurólogos y psicopedagogía alertan del riesgo de sustituir los cuadernos por las nuevas tecnologías (ver noticia del estudio), aumento de la pornografía (el motivo por el que quitaron los ipads en los colegios en Corea; España es el segundo país del mundo en consumo de pornografía y se consume principalmente por ipad), la compresión lectora mejora cuando se lee sobre papel (ver estudio), superficialidad en el pensamiento y reducción de la memoria de largo plazo (la lectura on-line no deja trabajar la memoria de largo plazo de la misma forma que la lectura en papel porque colapsa la memoria de trabajo), adicciones (21% de los niños españoles corren riesgo de ser adictos a internet, la tasa más alta de Europa), deshumanización del aprendizaje, etc.

En 1996, Steve Jobs decía, en una entrevista para Feature:

"Había llegado a pensar que la tecnología podría ayudar la educación. Probablemente haya encabezado esa creencia, siendo uno de los que más equipamientos tecnológicos haya regalado a colegios en todo el planeta. Pero llegué a la conclusión inevitable que el problema no es uno que la tecnología pueda esperar solucionar. Lo que no funciona con la educación no se arregla con la tecnología. La cantidad de tecnología no tendrá el más mínimo impacto. (…) Lincoln no tenía acceso a internet desde el lugar en el que sus padres hicieron homeshooling con él, y acabo siendo un personaje muy interesante. Los precedentes históricos nos enseñan que podemos convertirnos en seres humanos asombrosos sin la tecnología. La experiencia también nos dice que podemos convertirnos en seres humanos poco interesantes a través de la tecnología."

En conclusión: ¿Todo eso, al servicio de quién? Ahora sabemos quien se ha hecho cargo de las facturas de los viajes y de las comidas lujosas. Lo que no sabemos todavía, es quién se responsabilizará por los eventuales daños causados. Los abogados de Apple lo tienen claro, todos sus contratos de suministro tecnológico incluyen una cláusula estándar, no negociable y de máximo alcance, por la que se exonera a Apple de toda responsabilidad.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Precisamente anoche emitieron en el Telediario un reportaje sobre las nuevas tecnologías en las aulas, y lo vendían como si fuera algo maravilloso y que inevitablemente se iría imponiendo porque además supone un ahorro considerable para los padres una vez adquirida la tableta. Muy oportuno por tanto este post, para que no nos dejemos engañar por las supuestas bondades de la tecnología.

carlos palos dijo...

No creo que las tablets Seán la gran panacea, però tampoco han que descartar que se pueda hacer un buen uso de ellas.
Pero también hay que criticar el gasto excesivo de los libros de texto, el peso en las mochilas y la exclavitud de las editoriales. Yo no sé si Apple da dinero a mi colegio, pero las editoriales si lo daban.