17/6/13

Lo absurdamente incompatible


Por Catherine L'Ecuyer

Esta semana, os presento 2 puntos de vista absurdos en sí, y absurdamente incompatibles entre sí. Sin embargo, con esos paradigmas se educan a muchos niños. 

Primero, una cita muy buena sobre un tema que se repite ad nauseam en el ámbito escolar, hasta parece que aquello se haya convertido en el principio y el fin de una buena educación: la creación de los "hábitos", para adelantar etapas. "El hábito de trabajar" con 3 años, "el hábito de hacer los deberes" con 5 años, etc. 

"Lo que se observa a lo largo de todo el sistema de enseñanza es un adelanto de los métodos propios de determinadas etapas, a edades más tempranas, “para preparación” o “para crear hábito”.Pues bien, tanto por los fines, como por los resultados, es obvio que es una estrategia equivocada. (...) ¿Tendría algún sentido que exija a mis hijos que comiencen a presentar la declaración de la renta a partir de los catorce años? NO, pero podría justificar que de esa manera comienzan a desarrollar el hábito. Con el objetivo de desarrollar hábitos de conducta, también podría aconsejar a mis hermanos, ya casi todos mayores de cincuenta años, que comiencen a vivir en residencias de ancianos. Así cuando les toque, ya están acostumbrados.Cada edad, cada etapa, tiene unas necesidades particulares y debe tener unos métodos de enseñanza que le sean propios. Adelantarlos NO es mejorar el sistema." (Nacho Calderón)



El año pasado vi un cartel en un cole que hablaba del "hábito de descansar". No sé si pronto hablarán del hábito de estornudar o de bostezar. Parece que todo, hasta el último detalle de la infancia, tiene que ser pautado y regulado. ¡Qué poco entendimiento de lo que es un niño! Hemos perdido de vista quienes somos y como es nuestra naturaleza.

Segundo, una viñeta de FARO que describe en qué consiste el tiempo de vacaciones para muchos de los niños hoy en día. Una vez desaparecen las pautas de un niño hiper pautado, llega el desorden, el apalancamiento y la disidía. Buen indicador que los hábitos "inculcados" y sin sentido, no son sostenibles en el tiempo...



Os deseo un mes de julio rico en tiempo y en actividades bellas, que respeten las etapas y las necesidades de vuestros hijos. Un abrazo! Catherine

9 comentarios:

Cándido dijo...

La sociedad quiere niñas y niños obedientes, dóciles y quietos, no es nisiquiera necesario escucharles, ni tener en cuenta sus necesidades de niños, simplemente que respondan a las exigencias del adulto. Para tener mañana mujeres y hombres que no protesten, que no sepan lo que quieren y que estén expectantes de un amo que ofrece según su caprichoso criterio. Es una cuestión de poder. Adelantar etapas, aprndizajes, hábitos es una cuestión de ignorancia, siento decirlo así pero lo que menos preocupa es ecucharles, preocuparnos por sus necesidades. Lo que planteas, o lo que panteo es una crítica a una violencia suave, a una perversión de la crianza y la educación. Y en ese sistema están implicados muchos adultos convencidos a través del engranaje formador - científico.

Un saludo. Cándido S.
http://laeraespacioabierto.blogspot.com.es/

El hijo del capitán dijo...

Hace un par de semanas comencé a leer tu libro y a raíz de él me he enganchado a tu blog. Soy profesor de Primaria y me interesa mucho el enfoque que das del "asombro" y el conocimiento desde dentro.

He leído este post y me dejas algo "descolocado". A mí me parece fundamental crear determinados hábitos en los alumnos y pienso que la Primaria es la etapa clave para hacerlo. También entiendo que no se deben adelantar etapas, pero... en algún momento habrá que empezar, ¿no?
Es cierto que con tres o cinco años no parece que sea el momento de establecer un hábito de trabajo, pero la adolescencia tampoco parece que lo sea. Por otro lado, también es evidente que cada niño tiene su ritmo y que no existe el "estudiante normal o medio".

Pero pienso que en algún momento habrá que crear hábitos y quizá éste sea el segundo ciclo de Primaria (8-9 años).Quizá esté equivocado y no sea bueno hablar en términos de edad, ciclo o hábitos en estas edades pero de algún modo es preciso concretar.

Por eso agradecería enormemente que me aclararas tu punto de vista.
Muchísimas gracias y enhorabuena por tu libro y por tu blog.

Catherine L'Ecuyer dijo...

Querido "Hijo del capitán", me ha gustado mucho tu pregunta. Dame una semana y te respondo sin falta, ahora estoy liada con otros temas. Es un tema clave el tema que tocas, clave. En mi libro doy algunas pistas... Dentro de una semana, te cuento. Un abrazo, Catherine

Anónimo dijo...

Hijo del capitán y Catherine ¿no será que desde pequeños hemos de inculcar a nuestros hijos la importancia de ser responsables de sus cosas, acciones, compromisos, etc.? de esa manera, cuando lleguen los desafíso propios de cada edad: estudiar, trabajar, ser un buen padre/madre, marido/esposa, etc. podrán afrontarlos bien.
Yo creo que cada día, a medida que calza la oportunidad, hay que enseñarles a nuestros hijos a ser responsables y consecuentes, a través de conversaciones adecuadas para su edad y del ejemplo.
Valeska.-

J.A.González dijo...

Creo que utilizas una perspectiva de los "hábitos" algo tramposilla, incluso en tus ejemplos. Entiendes el hábito como algo que prepara para el futuro. Error. El hábito es algo que articula el presente, lo organiza, tenga o no consecuencia para el futuro.
Quizá no tengan que entrar tus hermanos en una residencia de la tercera edad para prepararse, pero sería bueno que fuesen cuidando sus hábitos alimenticios para poder llegar a esa tercera edad.

En la educación es fundamental crear hábitos, estructuras de comportamiento que se repiten en el tiempo, para interiorizar aprendizajes.

Los habitos también pueden ser "modernos"? Si, se puede educar en el hábito de tener un pensamiento crítico.
Saludos.

Catherine L'Ecuyer dijo...

Queridos Hijo del capitán, Valeska y JA Gonzalez, ¡me ha encantado ese pequeño "debate"! Os invito a leer un post anterior, en el que explico las limitaciones de la "educación por hábitos" en el sentido estricto.
http://apegoasombro.blogspot.com.es/2012/12/espinacas-habitos-y-belleza.html
Como dice San Augustin, "Ama y haz lo que quieres". Hemos de dar sentido a la educación, y eso no se encuentra en la repetición por la repetición. Yo iría todavía más lejos, los hábitos no son fin, ni medio, sino de alguna forma son CONSECUENCIA de la educación en la belleza, en la verdad y en la bondad. Los niños no son "educados" porque les hemos inculcado la repetición de unos actos. Eso no es educar, es adiestrar. Hay verdadera educación cuando ven la belleza de la bondad y de la verdad. Por ejemplo, si ven la bondad de una virtud, o de una forma de vivir (ej. hábitos alimenticios), entonces lo harán suya. Lo que deja huella no es la repetición, sino la atracción de la belleza de la bondad y de la verdad. No quiere decir que ese proceso no requiera esfuerzo, pero ocurre de forma más natural de lo que pensamos. ¡Que disfrutéis!
http://apegoasombro.blogspot.com.es/2012/12/espinacas-habitos-y-belleza.html

El hijo del capitán dijo...

Muchas gracias por la respuesta, Catherine, y por el post al que nos remites.

Creo que tienes mucha razón en lo de que los hábitos no son un fin en sí mismo pero pienso que sí son medio y consecuencia al mismo tiempo.

Medio porque son ocasión de conseguir una virtud, de palpar la belleza. Y consecuencia porque a medida que la palpamos, nos damos cuenta de que necesitamos de esos hábitos para seguir disfrutando de ella. Es como el respirar, que es medio necesario para vivir y consecuencia de que vivimos. Como el respirar, pero con esfuerzo.

Y creo que también en el esfuerzo está la clave. Hasta que falleció mi abuela, en nuestra familia era costumbre comer cardo en Nochebuena. A ninguno (salvo -espero- a mi abuela) nos gustaba el cardo. A ninguno. Y nos sigue sin gustar. Pero ese día lo tomábamos "como si nada", entre otras razones porque lo preparaba ella con mucho cariño. Todos hacíamos el (pequeño, muy pequeño) esfuerzo de comerlo y siempre que se habla del cardo lo recordamos con cariño. Pero ni mi abuela ni el Consejo Regulador del Cardo (suponiendo que exista) han conseguido que miremos a esta verdura con pasión. Desde pequeños nos habían enseñado que teníamos que comer de todo y entendíamos que, además de una norma de educación, era un detalle de cariño para con mi abuela.

Pienso -y ya termino- que los hábitos se afianzan en cada uno cuando descubrimos su sentido. Y estoy de acuerdo en que si no es así corremos el riesgo de adiestrar. Pero también las razones se enriquecen con el paso del tiempo y en ocasiones los argumentos se quedan cortos con nuestros hijos, con nuestros alumnos (habitualmente porque son demasiado pequeños para entender el fondo).

Un saludo y muchas gracias de nuevo.

Catherine L'Ecuyer dijo...

Estoy de acuerdo con lo que dice sobre las virtudes y la belleza. La belleza inspira la virtud y la virtud permite alcanzar la belleza con más facilidad (y se convierte en sí en belleza, que también inspirará la(s) virtud(es) de otros), junto con el asombro. Sin asombro la belleza no se ve. Juan Pablo II decía que “sin el asombro, el hombre caería en la repetitividad y, poco a poco, seria incapaz de vivir una existencia verdaderamente personal”.

Pero no estoy de acuerdo con el paso que hace de hábitos a virtudes. El hábito es la mera repetición, de hecho puede ser un mal hábito, un vicio también es un hábito. La virtud es muchísimo más que un mero hábito. Y no estoy de acuerdo que el hábito consolida una virtud. Lo que consolida la virtud es la belleza. Los niños aprenden, interiorizan las virtudes por osmosis (el ejemplo de sus padres), no por mera repetición. Que le digamos a un niño 200 veces de recoger su mochila después del colegio y que lo haga porque somos unos pesados de padres, no prepara en absoluto el terreno de la virtud del orden (el orden, que por cierto tiene un ámbito mucho más amplio que el aspecto material). Cuando su padre deje de vigilarle, dejará de recoger su mochila. Una virtud tiene que tender al bien, y para tender al bien tiene que encontrarse en el justo medio entre el exceso y el defecto (como decía T. De Aquino). La belleza es el lugar en el que convergen lo que uno debe y quiere hacer. Si se hace hincapié solo en el hábito y no en la finalidad, fácilmente el niño caerá en el exceso o en el defecto.

Por ello, hay que darle el sentido a lo que hace el niño (no enfocar en la mera repetición del hábito, que le deshumaniza y le aliena). Yo no creo que los niños son demasiado pequeños para entender el sentido de lo que hacen. Eso es el argumento de la enseñanza estricta por hábitos: no se enteran entonces tenemos que poner nosotros la intencionalidad y hacerles “ejecutar”. Quizás no entienden nuestros discursos educativos, pero entienden el sentido de la belleza, lo intuyen, lo perciben más que nosotros porque son más sensibles a ello que los adultos. El niño se ilusiona con el “para qué” hace las cosas, mirando a los ojos de las personas que le cuidan y triangulando hacía la verdad, la bondad y la belleza. Por lo que hay que rodearlo de todo ello.

El hijo del capitán dijo...

Muchas gracias de nuevo por la respuesta. Estoy muy de acuerdo con todo lo que dices en ella, así que debo haberme explicado bastante mal. Ni como educador ni como padre planteo una enseñanza estricta por hábitos. Lamento haber dado esa sensación, no tanto por mí como por lo que he tratado de explicar. Pero bueno, me queda claro tu planteamiento, que era lo importante.

Estoy ya acabando el libro y cada vez me gusta más. Me han gustado mucho el capítulo que dedicas al silencio y su relación con el aprendizaje y la obediencia.

Y me ha gustado muchísimo el del sentido del misterio como una oportunidad de conocer infinita y como una forma de preservar los ritmos y etapas de los niños.

Un saludo y muchas gracias por tus respuestas!