20/5/14

La duda como maleta valiosa

Catherine L'Ecuyer

La persona asombrada duda. Su duda no es la del escéptico que niega la existencia de la realidad, ni la del que sospecha de todo lo bueno y lo bello, ni la del que ve la duda sistemática como un método y un fin en si. Es una duda compatible con las convicciones. La persona asombrada se caracteriza por una rectitud de intención y una actitud de humildad ante la realidad. La duda es el punto de partida, en su recorrido hacía la verdad, sea cual sea el coste del viaje. Escucha sin prejuicios ni filtros, con empatía. Pondera las cosas en su cabeza y en su corazón. Rectifica cuando es necesario. Tiene una mentalidad científica, no tema ni la ciencia ni la razón en su camino hacía la verdad. Disfruta contrastando sus puntos de vista. No "enreda", sino que acoge el diálogo de forma natural y busca la mejora en todo.

Dice Alex Rovira que “la duda es la maleta más valiosa del equipaje de los genios y la que falta en los fanáticos.” El Profesor Álvarez de Mon habla de la importancia de la duda: “Paradójicamente, el que sabe, pregunta; el que conoce, escucha. El que aprende, duda, se va topando con crucigramas cada vez más enrevesados y subyugantes. Tener siempre razón, ganar una discusión, impresionar al otro, anular al compañero, pavonearse en público, son objetivos pobres y limitados de gente mediocre e insegura. La meta es aprender, estirarse, crecer, y para eso la duda es una tabla de gimnasia imprescindible.”

La duda es la postura del sabio y del asombrado, mientras el fanatismo es la del necio y del cínico. Por eso, dice el proverbio chino: 

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