11/9/13

¿Llorarán o no llorarán?

Por Catherine L'Ecuyer

Así fue el ritual del primer día de colegio de mi pequeña Juliette, en septiembre 2013. Le pregunté: "¿Llorarás Juliette?". "Sí mamá, lloraré", me respondí mi hija, con una sonrisa inmensa. Juliette es la niña que entré por primera vez en el colegio con 2 año y 3 meses.

¿Por qué lloran algunos, y por qué no lloran otros niños? Nos parece bien misterioso, pero en realidad, no lo es tanto.

La teoría del apego nos da unas pistas. Los niños se apegan a sus principales cuidadores entre los 6 y los 18 meses. A los 18 meses, la conducta de apego está en su apogeo. A partir de allí, el niño empieza a poder interiorizar a su madre cuando ella se ausenta para periodos prolongados (de varias horas). El padre de la teoría del apego, John Bowlby, observaba en sus estudios que los niños no lloraban si entraban en el colegio a partir de los 2 años 9 meses. ¡Mala noticia para Juliette! Y por eso, Juliette empezó a media jornada. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme: "¿Cuántos padres se pueden permitir eso con los horarios laborales que tenemos?"

¿Por qué los niños no lloran a partir de los 2 años 9 meses? Por que es el momento en que el niño tiene consolidada la capacidad de interiorizar a su madre en pensamiento y de llevarla consigo sin que ella este presente. Es decir, que saben que su madre, a pesar de su ausencia, sigue existiendo, y volverá. Si el niño se encuentra bien, confía en su madre que promete volver, no hay signo de alarma (enfermedad, ruidos exagerados, etc.) y el entorno del nuevo colegio es algo familiar para el niño (de allí la importancia de hacer un periodo previo de adaptación), normalmente no llorará. 

¿Por que los niños no lloran antes de los 6 meses? No quiere decir que todo va sobre ruedas y que el niño ya es mayorcito y hecho un campeón, como muchos interpretan, sino que todavía no se ha iniciado el proceso de apego. Y tampoco el hecho de llorar con 18 meses quiere decir que el niño es un "enmadrado" malcriado. Un niño de 18 meses que llora el primer día de colegio, es signo de salud mental, quiere decir que el niño está bien apegado a su madre / padre (si llora por ese motivo, claro). 

Y por eso, todas las revistas "pseudo educativas" que ofrecen artículos en los que se recomienda a los padres separarse de sus hijos a menudo para ensayar la separación del primer día del colegio ignoran el mecanismo de apego en los niños, y por lo tanto hablan en total desconocimiento de causa.

Luego hay todo tipo de otros motivos que puede condicionar un niño a llorar en la primera semana de colegio. Por ejemplo tiene más de 3 años, pero como ha sido entrado en el colegio desde muy pequeño y siempre ha llorado, pues es posible que luego también esté llorado, recordando aquel ritual como algo espantoso. 

En fin, no siempre es fácil para los padres el primer día de colegio. Entre los lloros de nuestro hijo, de los otros,  la maestra que no da abasto porque está con 25 niños nuevos que no conoce, y las prisas que tenemos para llegar a tiempo al trabajo, puede ser "durillo"... Lo que sí podemos hacer para facilitar ese periodo de adaptación, es llevarlo nosotros personalmente a la puerta y estar un ratito con el niño antes de irnos. ¡Conozco a madres que entran a sus hijos al parvulario el tercer día de colegio, para que el niño no esté rodeado de gritos insoportables de otros niños! Considerando que en edades muy tempranas (0-3 años) los niños se contagian entre ellos llorando, quizás no sea tan descabellado hacerlo. Siempre me acordaré de una escena especialmente violenta. Un niño de 8 o 9 años acompañando a su hermano de 2 años el primer día de colegio y dejándole a la puerta de su clase por la fuerza mientras el pequeño lloraba y se tiraba al suelo. La profesora no daba abasto con los demás niños llorando y el mayor ya se tenía que ir a su clase (también supongo que gestionaba su propio estrés, pobre). Al cabo de poco, el hermano mayor empujaba la puerta dejando el pequeño dentro, porque tenía que dejarlo e irse a su clase. Y el pequeño gritando como si le hubieran matado. El mayor se fue con frustración y una cara de tristeza que siempre recordaré. Y yo me pregunto, ¿dónde estaban los padres de aquellos niños? ¿Qué puede ser más importante que acompañar a tu hijo de 2 años a clase el primer día de cole? ¿Y que clase de jefe puede pasar factura a un empleado por llegar un poco tarde ese día?

Les deseo a todos, y también a sus pequeños, una buena, y no demasiado difícil, entrada en el colé. 

Si quieres firmar una petición para pedir una baja de maternidad más larga y que se adecuen los horarios laborales a los del colegio: FIRMAR AQUI.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante esta entrada... y que razon en eso de "qué mas importante puede haber que acompañar a tu hijo al cole con dos años en su primer día..." es verdad que en muchos casos se ha ido perdiendo el norte por esta vida tan rápida y materialista que se está llevando...

Eduardo Barca dijo...

Y que tan importante es la elección del cole, del "estilo educativo" del cole y de los profesores que lo conforman...

Hay niños con un apego seguro que "sufren" en sus carnes la inhumanidad de los curriculums y maestros empeñados en megasobreultradesarrollar el cerebro de los niños en preescolar a través de 1001 ficha, que , entre tú y yo, no sirven para nada.

Gracias por los artículos, tu pensamiento diferente y el libro que ofrece alternativas ecológicas y muy enriquecedoras.

Maria dijo...

Mi comentario, en ningún caso quiere quitar la razón a lo que dices. Sin embargo algunas situaciones obligan a los padres a actuar de esa manera. No es que los padres pierdan el Norte, es la sociedad la que la ha perdido. Cuántas veces la situación económica, la falta de ayudas para conciliar la vida familiar y laboral, están creando sentimientos de culpa que los padres arrastraremos durante mucho tiempo.

Anónimo dijo...

Y a otros les es imposible acompañarles tal y como esta hecha esta sociedad donde casi es un lujo poder tener hijos y si pides permiso por llevar al cole a tu hijo el primer día quizá te cueste el puesto de trabajo

Catherine L'Ecuyer dijo...

Tienes razón, he cambiado la última frase para dirigirme a esos jefes… Un abrazo, Catherine